sábado, 6 de diciembre de 2008

¡Que 30 años no son nada!




La Constitución Española ha cumplido los treinta. Y como dice el tango: ¡Que 30 años no son nada! En un tiempo pasado, podíamos creer que los principios y derechos generales, consagrados en la Constitución, permitirían construir una sociedad buena, simple, feliz y racional. Pero esta idea es propia de una mentalidad adolescente y ya hemos alcanzado la madurez. Además, este aniversario se celebra en un ambiente de incertidumbre y temor ante el futuro. ¿Seremos capaces de superar la crisis económica? ¿El retroceso del bienestar debilitará la democracia?

La democracia española, en su gris actuar cotidiano, con frecuencia merece poco crédito. Pero lamentarse de su actuación cotidiana es una cosa y desacreditarla por principio, otra. Hay un descrédito merecido Y otro inmerecido: el que deriva de un perfeccionismo que sin tregua aumenta las exigencias. El verdadero peligro que amenaza a nuestra democracia, que oficialmente no tiene enemigos, está en reclamar una democracia perfecta, lo que puede debilitar y derribar la que realmente existe. El optimismo pragmático y la acción reformista permiten afrontar los problemas con métodos democráticos; el pesimismo del perfeccionista sólo puede ofrecer el triste consuelo de lamentar la pérdida de un mundo perfecto que nunca existió.

2 comentarios:

  1. El problema de la Constitución no es otro que las autonomias.
    La pervivencia de la Constitución pasa por quitarle competencias a las autonomias y reducirlas a su mínima expresión.
    Respecto a la partitocracia,es evidente que existe,pero este es un mal que afecta a toda Europa,y sólo hay que mirar a Italia o Francia para darse cuenta de que es intrínseco al modelo de democracias europeas no participativas.
    El modelo a imitar es el norteamericano,que con todos sus defectos,es el que más fielmente se aproxima al verdadero concepto de democracia.

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  2. Es cierto que existe una gran diferencia entre la "democracia angloamericana" y la "democracia a la europea". Pero los dos tipos de democracia son sistemas de partidos que permiten a los electores decidir usando reglas mayoritarias: el gobierno es ejercido por quien ostenta más escaños en el parlamento. Los partidos canalizan y organizan el voto; para bien y para mal, y "sólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible sin partidos políticos" (Kelsen, 1966).

    También es cierto que el pragmatismo es el sustrato cultural de la democracia de tipo angloamericano. En los EEUU, el gobierno conservador interviene instituciones bancarias y compra hipotecas de ciudadanos para rebajar su tipo de interés.
    En contraste, algunos políticos europeos hablan de refundar el capitalismo, como si fuera posible partir de una tabla rasa y rehacerlo todo desde los cimientos.

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