La explosión demográfica en las sociedades islámicas es una de las claves que explica las revueltas contra la gerontocracia dominante en una gran parte de los países islámicos. Un gran número de jóvenes desempleados y descontentos tenían la opción de emigrar a Europa, pero la crisis económica ha complicado esta salida y ahora se ven impulsados a participar en movimientos islamistas radicales.
Como señala Gilles Kepel en "La revancha de Dios" los fundamentalistas islámicos no son ancianos conservadores o campesinos ignorantes. En Egipto, Argelia, Libia, Túnez o Líbano, la generación que tomó el poder tras la descolonización era laica y antirreligiosa. En la actualidad, sus hijos y nietos, que tienen mayor formación profesional y universitaria, son también mucho más religiosos que sus antecesores.
Las revueltas que recorren Dar al-Islam han derribado los gobiernos de Túnez y Egipto, y mantienen una furte presión en Argelia, Bahréin y Yemen. Son movimientos capaces de destruir, pero todavía no son revoluciones que puedan construir sistemas políticos alternativos. La mejor descripción de esta situación es que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo aún no ha nacido. Por ello, la incertidumbre sobre el futuro de Dar al-Islam y sus relaciones con Dar al-Harb domina este nuevo escenario del mundo islámico en el siglo XXI.
Vivimos tiempos políticos gobernados por imágenes y emociones, así que necesitamos ideas y argumentos racionales para lograr una buena vida en sociedad.
domingo, 20 de febrero de 2011
Jóvenes contra viejos dictadores
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Ya es hora de que los tiranos se vayan
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